Bendita ave de mal agüero
Citlali Ferrer
El autorretrato es sin duda uno de los géneros de las artes plásticas en donde los egos exacerbados transitan muy a gusto. La ficción ocupa un lugar preponderante ya que nutre al retratado y a su universo. Autorretratarse es inventar un Yo y perpetuarlo, es mantener un diálogo con uno mismo frente a un espejo, es reconocerse, reconstruirse, redimirse. “Bendita ave de mal agüero”, es la muestra de autorretrato de Agustín Santoyo en la galería del Centro Morelense de las Artes, la cual se inaugura el 30 de octubre y permanecerá abierta hasta el 27 de noviembre del 2009. Alucinada exposición donde el mirón se verá obligado a abrir los ojos lo más que se pueda, porque el artista se come de un sólo bocado el mundo, el color, el punto, la raya y lo insólito de lo común. Innegable es que todo aquel que se anima a hacer una serie de autorretratos así, desde el fondo del pozo para salir a la luz inundado de color y de feroz intensión sus lienzos es porque ha palpitado con la vida. Agustín Santoyo hace una serie de registros de sí mismo con un toque retro, reviver sesentero muy a lo Warhool, pero sin duda, también a lo Mexicalpan de las tunas. Santoyo se sitúa contenido en un lugar sin tiempo y sin nombre, que nos lleva al Nowhere man beatlemaniaco, y, es que el artista es un hombre de ninguna parte, sentado en su tierra de ninguna parte, haciendo todos sus planes de ninguna parte… Nos aproxima de golpe y porrazo a pintores como Jesús Lugo, Ulises Licea y Sergio Arau, todos ellos incluido él, atentos a su vertiginosa realidad y a sus personalísimas maneras de percibir el mundo, haciendo sus obras únicas e irrepetibles. La muestra es de fina manufactura, acrílicos de medio formato sobre tela, cuidadísimos y en donde el superlativo del ego expuesto se descubre en cada una de las piezas con las que el voyer habrá de deleitarse. Versiones que van del comic, al símbolo, de la profundidad a la picaresca nacional. Trinidad con máscaras de patitos que van como equilibristas circenses por cableado citadino, dispuestos a tirarse un clavado. El artista mirando de frente con sombrerito a lo Mauricio Garcés, con el corazón roto, retando al espectador y no por ello buscando un receptor. Infeliz conejito, atrapado en un cuaderno, entre sol, zanahoria, flor y nubes. Agustín Santoyo, es sin duda un pintor que expande su propia manera de vivir a su personal manera de verse y de retratarse, Santoyo es una recración de sí mismo que se vale del agudo sentido del humor para hurgar en su ser. Kitch, agridulce, Neomexicomic, obra que nos demuestra que el camino lo va andando con paso seguro y agigantado porque Santoyo es un man de ninguna parte, sentado en su tierra de ninguna parte, haciendo todos sus planes de ninguna parte... Esperáremos sus siguientes obras que seguro rebasarán nuestras expectativas.
Ahuatepec, 26 de octubre de 2009.